Como salir de casa
Me gusta identificarme con las personas que han salido de la casa, de su yo escondido, para ir a conocer a Jesús, quizás no todos han podido verlo y conocerlo. Pero lo que importa es ponerme en camino, como me gustaría hacer en este momento.
Recuerdo los nombres de algunas personas que se propusieron conocerlo. Pienso en los pastores advertidos durante la noche en Belén. Sin demora se fueron y lo vieron cuando era tan pequeño. Tenían una gran capacidad de visión y lo reconocieron de inmediato y le ofrecieron lo que poseían: pequeñas cosas, sus pequeñas cosas cotidianas. Él, que se había hecho verdaderamente pequeño, no habría deseado grandes cosas. Estas, las grandes cosas, solo él las hace Los hombres vivimos entre muchas pequeñas cosas y pobreza. No debemos aspirar a grandes cosas también porque no sabríamos hacerlas.
Entonces, para conocerlo, debemos permanecer pequeños.
Pequeños de corazón y de mente pero claro, decididos, valientes, decididos en la voluntad o, al menos, en el deseo de saber cómo se hace y qué dice y dónde vive y, si es realmente cierto que Él es fuente de amor.
Como fuente de amor quiero conocerlo. Eso es lo que me interesa. Eso es suficiente para mi.
¿No ves, Jesús, lo seca que está mi carne? ¿No ves lo rojos que están mis ojos?
¿No ves cómo lucho por hablar contigo?
¡Déjame verte
Sí, mi Señor Jesús, quita las escamas de mis ojos y dispersa los prejuicios de mi espíritu.
Camino cuaresmal tomado de “Tras tus huellas Jesús de Nazaret” de Don Nicola Giordano – Edizioni VivereIn
