Como un juego de amor
Una pregunta siempre está presente en nuestro espíritu: ¿dónde está Dios? ¿Cómo está hecho Aquel que es el todopoderoso y grande y sublime? Y Jesús, el Hijo de Dios encarnado, ¿dónde está y cómo está? A veces parece querer burlarse de mí.
A él le extiendo las manos, pero no lo agarro. A él le dirijo mi clamor, pero no me responde. A él levanto la mirada, pero el cielo no se abre y la oscuridad oscurece mi mirada.
Estoy seguro de que no está lejos de mí. No se cansó de mí. No me abandonó a merced de las olas del mar tempestuoso. Siento la invitación a estar más cerca de él para ver su rostro, escuchar su voz, tocar su cuerpo, poner mi mano en el costado de su corazón traspasado.
Iré a él, volveré a su casa, me quitaré los zapatos para subir al monte de su morada, me sumergiré en el río de su sangre, me alimentaré de pan de trigo, me saciaré de cada palabra que salga de su boca, naceré en el tabernáculo de su inmolación para encontrar y ocupar mi verdadera casa.
En primer lugar, me deleitaré con la oración de intimidad compuesta por una mirada de admiración, de amoroso, íntimo, prolongado abandono, sentado a sus pies cansados por haberme buscado tanto. Muchas veces me fui a vivir lejos de su casa en la prostitución de mi espíritu que ha derrochado sus grandes tesoros divinos que me fueron dados para que pudiera convertirlos en un instrumento de gracia.
La primera etapa de mi partida será querer entender lo que él quiere que haga.
Jesús, Palabra viva del Padre, ilumina mi mente para que sepa conocerte y amarte
Camino cuaresmal tomado de “Tras tus huellas Jesús de Nazaret” de Don Nicola Giordano – Edizioni VivereIn
