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Nos gusta hablar de la fiesta de la sacralidad cósmica conectándola con la fecha del 15 de agosto, día en que la Iglesia recuerda la fiesta de la Asunción de la Virgen Maria, la Madre de Dios, al cielo.
Conectamos esta fiesta con el momento en que la Virgen fue elegida por Dios, Sumo autor del universo, como la Madre de su Hijo, enviado a la tierra para cumplir el proyecto de la configuración total del hombre a su Hijo, Sabiduría y Fuente de todo bien.
La Iglesia contempla el acontecimiento extraordinario del hombre que, de simple creatura humana, ha sido ennoblecido a ser como Dios. En efecto, Jesucristo, encarnándose, ha facultado al hombre para entrar totalmente en la Sabiduría divina. Se lee en el Evangelio de Juan que el Logos divino ha dado a todos los hombres el poder de convertirse en hijos de Dios. De este modo, el Logos ha transformado la historia humana: el hombre ha entrado en la historia divina, ha llegado a la dignidad sublime de ser como Dios.
Este acontecimiento se extiende a toda la creaciόn. El hombre sobre la tierra se convierte en el precursor de la sacralidad del universo porque él esta habitado por la Sabiduría y el Poder divino. Para cumplir este proyecto Dios, sumo arquitecto, ha elegido una criatura humana para que sea su colaboradora y ejecutora.
Dios en Maria se hizo hombre. Maria, mujer, fue predestinada y elevada a ser instrumento operativo de la divinización del hombre. Es la primera criatura en vivir esta altísima dignidad a que todos los hombres estan llamados. A través de ella podemos tender a ser como su Hijo: la Asunción es el punto más alto de la divinizaciόn de la criatura.
Entonces, cuando hablamos de la fiesta de la sacralidad cósmica nos referimos a la expansión y la realización plena de la divinizaciόn de todo el universo,querido por Dio; áquel universo que comprende las maravillas extraordinarias de la vida y de la existencia. La fiesta de la sacralidad cosmica, por consiguiente, nos lleva a considerar el cosmos (universo) como casa de Amor, signo de la belleza sublime que es Dios.
Esperamos que el universo entero, llegando al descubrimiento de la presciencia divina, no sea ya considerado solamente como el humilde establo donde Él nació por medio Maria, sino como el trono real maravilloso donde el Hijo ha llamado a la Madre, que, a su vez, llama a todos los hombres . Deseamos que todos, también el más pequeño y el más pobre, lleguen por medio de la grandeza de la Madre, a la sublimidad del Hijo, autor de nuestra configuración con Él.
Un día la Madre engendró al hijo-Dios sobre la tierra. Un día, la misma Madre, pueda devolver al Padre la humanidad entera, imagen plena del Hijo.
Don Nicola Giordano